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jueves, 19 de noviembre de 2009

Me Perdono a Mi Mismo

“Y soy yo quien soy mi enemigo / Yo quien me pego / Yo quien hago monstruos / Yo quien quita mi confianza” – Paula Cole, en su canción “Yo” (“Me”)

Muchas personas utilizan el espejo para arreglar su cabello o lavarse los dientes. En mi caso, se usa para momentos de introspección. Al menos esa fue lo que sucedió anoche.

“Me perdono a mí misma”, dice en voz baja al verme directo a los ojos.

Hablando con uno mismo es loco, pero no me importó. Sabía que las circunstancias me llevaron a un progreso. ¿Qué sucedió? Fue la televisión.

Estaba viendo tele muy tarde en la noche, y vi un episodio de un programa “reality” sobre una experta en juntar parejas llamada Patti Novak, quien estaba decidida a casar los corazones solitarios de una ciudad de Nueva York. Una de sus clientas era una mujer que era dinámica, divertida y llena de vida. Luego de haber terminado con un par de novios volvió a vivir con su madre, perdió todo su color y aumentó alrededor de 60 kilos. Empezó a vestir ropa muy grande para ella, empezó a tomar el papel de mujer sobre protectora y se veía menos atractiva para el sexo opuesto…se había dado por vencida.

Luego de verla saboteando una cita más, Novak la confrontó: “Ningún hombre quiere estar con una mujer que le recuerda a su madre. Usted está intencionalmente alejando a los demás. ¿A dónde se fue su confianza?” La mujer de inmediato empezó a llorar. Lo que era radiante de ella ya se perdió hace tiempo y con ello su autoestima.

Lo más fácil es culpar a los hombres que la maltrataban. Pero en vez de cargar con la ofensa, ella debía perdonarlos y seguir su camino. ¿Pero qué sucede cuando no son quienes hicieron el daño que necesitan su perdón?

Pensé que podía identificarme con esto, desde una perspectiva donde yo había sido herida. Con el tiempo, ya había cerrado las heridas y di perdón a todos…bueno, casi. No me perdoné.

Me castigué. Hice cosas de las que no estoy orgullosa, no solo en relaciones pero en la vida diaria. A pesar de los años, seguía cargando ese bulto conmigo. Cada cosa que no salía bien era ligado a que yo era una “persona mala”.

Dios me perdonó, y como es prometido en el Salmo 103:12, Él tomó mi pecado y lo tiró tan lejos de nosotros lejos del oriente está el occidente. Pero no era suficiente para mí. Si Dios no me castigaría, yo lo haría.

Al ver el programa veía a Patti decirle a esta pobre mujer que tenía problemas de autoestima. Pensé: Esa joven necesita perdonar a aquel hombre que la dejó y perdonarse a sí misma por todas esas heridas, causadas por sí misma y los demás. Pude sentir el Espíritu Santo responderme: Debes intentar eso para ti misma.
Vuelvo a la escena en mi baño… “Me perdono a mi misma. Realmente me perdono por todo. Está bien. Dios tiró mi pecado fuera y ahora yo lo haré también”, dije.

En la privacidad de mi casa, hablé de forma específica. Ya son detalles que no necesito mencionar, ya que no están persiguiéndome, ni son parte de un pasado vergonzoso. Podía quitar el rótulo de “victima” que traía puesto imaginariamente.

Ahora, ¿qué hay de usted? ¿Qué refleja? ¿Ve en usted mismo un hijo de Dios quien ha sido sanado de sus pecados, o guarda una lista de sus debilidades y equivocaciones? Auto examine su corazón, puede estar evitando darse el perdón que merece. Si Dios le puede perdonar, usted también puede.

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